Por ley, los campings y los complejos turísticos deben garantizar determinados niveles de calidad.
Se monitorizan numerosos indicadores de calidad y, en función de la presencia o ausencia de determinados servicios, las instalaciones se clasifican, a menudo mediante el sistema por estrellas, de manera similar al que siempre se ha utilizado para distinguir las diferentes categorías de hoteles.
Entre estos indicadores de calidad, los establecimientos vacacionales deben enfrentar diferentes aspectos muy importantes tales como: el porcentaje de zonas comunes a disposición de los clientes, los acabados utilizados en las calles de acceso y de tránsito dentro de la estructura, las parcelas para tiendas y autocaravanas, la habitabilidad de los bungalows, la presencia de un número adecuado de plazas de aparcamiento, preferentemente en la sombra, y por último, e igualmente importante, la calidad de la limpieza de todo el complejo.
Más allá de las normas de referencia, el sentido común del gestor lo lleva a ofrecer a sus clientes el mejor servicio posible, para que la estancia sea agradable y segura.
Calles de acceso anchas y bien niveladas, un entorno verde y sombreado, una limpieza adecuada de las instalaciones... son para los turistas un criterio importante en la búsqueda del lugar ideal para pasar las vacaciones. Por consiguiente, todo gestor que quiera desarrollar e implementar su negocio debe cuidar muy bien de estos aspectos.
Cuanto más grande es el camping o el complejo turístico y cuanto mayor es el nivel de calidad total que se desea alcanzar, más exigentes se vuelven los retos organizativos. Desde la recogida selectiva de los residuos hasta la limpieza de las parcelas para tiendas o de los bungalows entre un check-out y un check-in… todo requiere más personal y una mejor organización.
Incluso para la limpieza de los espacios exteriores comunes, la elección de una máquina de limpieza más o menos potente y eficiente puede suponer una gran diferencia en los costes operativos y en la calidad del servicio ofrecido.